KNYSNA, Sudáfrica, jun 14 (Reuters) - Cuando los futbolistas de la selección de Francia visitaron una barriada el domingo, el hombre que todos los emocionados niños querían tocar era el suplente más famoso del Mundial, Thierry Henry.Henry, quien parecía algo perdido y casi sorprendido de aún ser el centro de la atención, humildemente se mostró agradecido y firmó unos cuantos autógrafos.
Desde que llegó a Sudáfrica, el delantero de 32 años ha debido vivir una experiencia completamente nueva e inconcebible.
No sólo comenzó en la banca en el debut de Francia, 0-0 con Uruguay en Ciudad del Cabo el viernes, sino que también debió entrenar separadamente con los otros sustitutos, todo esto sin quejarse.
Hasta hace algunas semanas Henry, el más prolífico goleador de Francia con 51 goles de 122 apariciones, era no sólo el jugador más elogiado del equipo sino que también el capitán.
El único miembro del equipo que estuvo en el plantel de Francia que ganó el Mundial de 1998, aunque no jugó en la final, Henry también se ha convertido en el primer jugador francés en participar en cuatro Copas del Mundo.
Sin embargo, su temporada ha sido difícil. Marginado en el Barcelona y afectado por la controversia provocada por haber tocado el balón con la mano en la vuelta del repechaje que dio el triunfo a Francia sobre Irlanda, Henry ahora está en el ocaso de su ilustre carrera.
"No sé si acepta todo esto tan fácilmente", dijo a periodistas el defensa Eric Abidal, compañero de equipo de Henry en el Barcelona, en la base de Francia en Knysna, Provincia del Cabo Occidental.
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